Las personas nacemos con un sexo determinado, hecho natural y por
este hecho, se nos asignan una serie de características y atributos, que
constituyen lo que llamamos género. Mientras el sexo se refiere
únicamente a las características biológicas, el género es una
construcción cultural, que asigna diferentes conductas, acti-vidades y
funciones, fijando con ellos los roles asignados en la sociedad a
mujeres (rol de madre y esposa en el ámbito doméstico y privado) y
hombres (rol de sustentador de la familia y protector en el ámbito
laboral y público). Con ello se produce una jerarquía y una dominación
del hombre sobre la mujer, al tener mayor valor social todo lo
relacionado con lo masculino. La consideración a lo largo de la
historia, de que las mujeres eran inferiores a los hombres porque la
naturaleza las había dotado de menores capacidades intelectuales, ha
constituido un factor primordial en la perpetuación de la desi-gualdad y
la discriminación de las mujeres.
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Por eso, al reclamar la igualdad de
género ha-blamos, no de una igualdad biológica (no queremos ser hombres
ni como los hombres), sino a la igualdad en derechos, obligaciones y oportunidades, y libertad para elegir pensar, sentir, valorar y actuar
como cada persona desea, con inde-pendencia de su sexo.
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Según un informe dado a
conocer recientemente por el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas
para la Mujer (UNIFEM), la situación de la mujer no ha mejorado
suficientemente, en relación con los principales indi-cadores que miden el
progreso alcanzado en el logro de la igualdad entre los géneros y la
plena participación de la mujer. La tasa de alfabetización entre las
mujeres a escala mundial es del 71,4%, en contraste con el 83,7% entre
los hombres. De los 960 millones de adultos anal-fabetos, las dos
terceras partes son mujeres. La brecha entre los géneros en materia
de ingresos persiste, y las mujeres que trabajan en los sectores de la
industria y los servicios perciben, como promedio, el 78% de lo que
ganan los hombres em-pleados en esos mismos sectores. La participación
de la mujer en cargos de toma de decisiones, alcanzó el 30% únicamente en
28 países en el decenio de 1990. Por otra parte, las mujeres cons-tituyen
el 70% de los 1.300 millones de personas que viven en la pobreza. |
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Taller de Educación Afectivo-Sexual:
Puebla de Alcocer:
10 de agosto
Sancti-Spíritus:
11 de septiembre
Proyección de Cine:
Garbayuela:
13 de agosto
Esparragosa
de Lares:
10 de septiembre
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Asistentes al Taller de Igualdad de Género en Siruela
Vamos más allá
de la igualdad formal y real que las leyes reconocen para hablar de una
igualdad real, una igualdad efectiva en el ejercicio práctico de esos
derechos, todavía no alcanzada, y para lo que se precisan cambios en los
comportamientos sociales y de pensamiento, además de medidas concretas
que incidan sobre los obstáculos, muchas veces invisibles, que hoy por
hoy todavía las mujeres tienen que salvar.
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